Camarita


jueves, 12 de marzo de 2015

Capítulo 10: Sin Señales de Vida

Los Granger estaban arremolinados en el rellano de la escalera. Estaban aterrorizados. Hacía tan solo unos meses, habían estado maravillados con el mundo mágico en el que vivía su hija. Ahora estaban por ser cazados por el lado oscuro de ese mundo. Hermione sostenía con fuerza su varita, aunque todavía no estaba segura de lo que debía hacer. Salir era claramente un suicidio y solo era cuestión de tiempo que los descubrieran bajo las gradas. Lo avanzado de su embarazo le impedía aparecerse, mucho menos podía hacerlo trasladando a sus padres junto a ella.
Contuvieron la respiración mientras escuchaban cómo los mortífagos comenzaban a destrozar la casa.
—Hermione, conjura un Lumus —le susurró su padre.
—¿Cómo sabes…?
—¡Por un demonio, Hermione! —siseó con desesperación—. Nos van a achicharrar vivos y tú haciendo preguntas… ¡conjúralo!
La punta de la varita de Hermione emitió una lucecita tenue, lo suficiente como para que pudieran verse los rostros. Los tres sentían a Crookshanks deslizarse entre sus piernas y solo esperaban que no se pusiera a maullar, delatando su escondite. A pasar del pequeño espacio y siendo lo más sigiloso posible, su padre alcanzó a abrir una pequeña puerta de la que sacó apresurado tres bolsas de tela con ropa para cada uno. Las dos mujeres lo vieron con asombro, pero lo importante era salir de allí, las explicaciones podían venir después.
Con dedos trémulos, Mark sacó su billetera de la parte de atrás de su pantalón y extrajo un trozo de pergamino arrugado. Hermione seguía atenta todos los movimientos de su padre. Él le entregó el pergamino. “Invoca este hechizo y dirige tu varita a la pared del fondo”, le indicó a su hija.
Hermione tenía muchas preguntas en su cabeza pero se concentró lo suficiente para poder hacer el hechizo:
Inter spem et metum
Audemus jura nostra defender
Nulli expugnabilis hosti
¡Liberate me ex infernis!
(Entre la esperanza y el miedo,
Nos atrevemos a defender nuestros derechos
Inexpugnable para cualquier enemigo
¡Libérame del infierno!)
En cuanto terminó de leerlo, una puerta comenzó a aparecer y se materializó en la pared del fondo. Hermione y su madre abrieron los ojos con sorpresa.
—Salgamos de aquí —las empujó su padre. Bajaron tres escalones con cuidado hasta llegar a un pasillo de piedra. Crookshanks como siempre se movió tras ellos. A Hermione se le hizo muy familiar, pues era muy parecido a los pasadizos secretos de Hogwarts. Y entonces, por indicaciones de Mark, leyó lo que estaba escrito en la parte de atrás del pergamino.
Per ardua ad astra
(De la adversidad a las estrellas)
Y la puerta desapareció.
Hubo un segundo de oscuridad que les hizo estremecerse, pero antes de que Hermione conjurara de nuevo un lumus, se encendieron antorchas a lo largo de todo el pasadizo. Hermione levantó a Crookshanks en sus brazos y con sus padres comenzó a caminar por el pasillo.
—¿Adónde saldremos? —le preguntó a su padre.
—No lo sé. Cuando Dumbledore vino a la casa, solo me dio las instrucciones de lo que debíamos hacer en caso de un ataque, pero no recorrimos este pasillo.
—¿Por qué no nos dijiste nada? Ni siquiera sabíamos que tenías ropa preparada en caso de que tuviéramos que huir… —le dijo su esposa.
—Me preparé, sí, pero en el fondo pensé que todos los magos que llegaron a casa estaban siendo muy alarmantes. Así que no quise preocuparte de más. Hermione ¿adónde iremos?
—Ustedes a un hotel discreto y yo a buscar a alguien de la Orden.
—Tú no te moverás sola —le afirmó Mark.
—Papá, nos buscan a los tres. Yendo sola llamaré menos la atención que yendo todos.
—Ya veremos.
Llegaron al final del pasillo luego de avanzar unos 20 metros. Al salir de él, se encontraron en un callejón, en la parte trasera de un edificio de tres niveles, que estaba situado a seis cuadras de su casa. El frío aire invernal les caló hasta los huesos, Hermione llevaba puesta su túnica y su ropa de invierno pero sus padres no llevaban la ropa adecuada para andar en la calle, así que hizo aparecer abrigos, gorros y bufandas para ellos. Avanzaron despacio y en silencio.
Cuando salieron del callejón, Hermione volvió la mirada hacia donde estaba su casa y pudo ver claramente la Marca Tenebrosa ondeando en el cielo. Tragó grueso, tratando de dominar las emociones que la embargaban. Habían logrado escapar esta vez. ¿Cuántas veces más lograría hacerlo? Era imperativo que buscara hacer contacto con alguno de sus amigos o con Draco. Pero ¿Cómo? Respiró profundamente. Primero lo primero, dejaría a sus padres en un lugar seguro y ella saldría a buscar ayuda.

*****

En el momento en que los Granger escapaban del ataque, los miembros de la Orden del Fenix estaban reunidos en Grimmauld Place, enfrascados en una discusión sobre lo errático del actuar de Voldemort y sus aliados, porque todavía no habían podido establecer un patrón sobre las intenciones más cercanas. Harry y Ron se encontraban en la reunión, aunque eran jóvenes, ambos ya eran mayores de edad y nada los detuvo en su empeño de participar.
Molly Weasley pensaba diferente y estaba molesta de que ellos estuvieran allí. Recién salidos de Hogwarts habían tenido una discusión al respecto. Ella era lo más cercano a una madre que Harry había conocido. Se sabía querido por ella, pero no dejaría que le entorpeciera sus planes para liberarse de Voldemort, así que en esa ocasión la paró en seco.
—Tarde o temprano tendré que enfrentar a Voldemort. Puedo hacerlo solo o como un miembro de la Orden —le dijo.
—Y yo le ayudaré —afirmó Ron decidido. Así que no tuvo más remedio que acceder a que ingresaran como miembros activos de la Orden, mientras iniciaban sus estudios como aurores.
La mente de Harry regresó al presente. En esa reunión en Grimmauld Place, echada de menos la mente analítica de Hermione, que siempre le ayudaba a desenmarañar hasta el nudo más difícil para plantear soluciones factibles. En realidad, ambos la extrañaban mucho y parecía que no funcionaban tan bien como cuando enfrentaban las situaciones con ella.
—El ataque de Hogsmeade fue sencillamente una demostración de fuerza —expuso Bill Weasley—, pero ya pasó más de un mes y no han hecho nada más…
—Creo que deben estar planeando algo más focalizado —les dijo Dumbledore.
—¿Contra usted o contra Harry? —preguntó Remus Lupin, que también se encontraba con ellos.
—Creo que puede ser contra cualquiera de nosotros…
En esos momentos entró Fawkes en la habitación. Dumbledore se puso de pie de golpe y su cara se puso levemente pálida. Fawkes estaba encargado de avisarle si los Granger hacían uso del pasadizo secreto. Como si se hubieran puesto de acuerdo, tras Fawkes llegó el patronus de Severus Snape, que era la forma en que se comunicaban los miembros de la Orden, para confirmar las sospechas del anciano mago.
—Hermione… —susurró—, han atacado a Hermione Granger.
Ron y Harry se pusieron de pie rápidamente, con los semblantes tensos y pálidos. Discutieron rápidamente sobre la mejor forma de llegar donde Hermione y aunque su casa estaba conectada a la red flu, decidieron parecerse en un callejón cercano. No sabían si los mortífagos estaban todavía dentro y si era así, caerían directamente entre víboras. Otro grupo se dirigió al callejón donde conectaba el pasadizo secreto, con la esperanza de encontrarlos afuera.
Mil cosas corrieron en una rápida e incongruente secuencia en las mentes de los dos amigos. Como en todos los momentos de tensión extrema, hicieron un recuento de todo lo compartido, de cómo siempre ella había estado a su lado apoyándolos y repasando las alternativas que pudieran haber evitado este momento.
¡Está embarazada!, se repetía Harry con desesperación, ¡cómo podrá defenderse con siete meses de embarazo!
Harry reprimió las ganas de gritar por la desesperación de encontrar la Marca Tenebrosa flotando sobre la casa de Hermione. Ron tenía la cara desencajada de dolor, imaginando que dentro encontrarían el peor de los escenarios. Ambos luchaban por mantener sus emociones a raya. Antes de acercarse más a la casa, Dumbledore detuvo a Ron y a Harry.
—Mírame, Harry —pero lo que el mago recibió fueron unos ojos acusadores que lo observaban como si se hubiera vuelto loco—. Deben calmarse. Saben perfectamente que Voldemort ha hecho esto para desestabilizarlos. Sobre todo a ti, Harry. Recuerda que debes cerrarte porque él puede sentir tus emociones con claridad.
Harry solo hizo un movimiento afirmativo con la cabeza y se alejó con Ron hacia la casa de Hermione.
Los aurores también habían llegado al vecindario y estaban modificando la memoria de los vecinos que habían presenciado el ataque. Todo el engranaje del Ministerio estaba en marcha. Kingley Shacklebolt y Dawlish fueron los primeros aurores en entrar a la casa, seguidos de cerca por Ron y Harry.
—No toquen absolutamente nada —les ordenó Shacklebolt—, no sabemos la clase de maldiciones que pueden haber dejado.
Abrieron la puerta con precaución. Todo estaba destrozado. Los muebles estaban quebrados, los libros tirados en el suelo, las estanterías destrozadas, hasta los colchones de las camas tenían la espuma de fuera. Los armarios habían sido completamente vaciados. Realmente habían sido minuciosos buscando a los Granger, pero no había ni rastro de la familia. Ni en la casa, ni en el callejón donde terminaba el pasadizo secreto.
Buscaron en los alrededores durante toda esa angustiosa tarde, pero todo fue en vano. Los Weasley, Harry y los amigos de la Orden más cercanos se reunieron en la madriguera.
—Los mortífagos se han ido con las manos vacías —dijo Dumbledore.
—También nosotros —reflexionó Harry con pesar—, porque no hemos podidos ubicarlos.
—Ustedes la conocen mejor que nadie —les dijo Arthur—, ¿Qué creen que haría en una situación así?
—Lo primero es buscar un escondite para sus padres y seguramente luego saldría a buscar a algunos de nosotros —le respondió Ron.

*****

Draco había permanecido como un león enjaulado en casa de Snape. Sentía que se volvía loco de desesperación, pero el insufrible de su ex profesor lo había dejado encerrado en la habitación donde preparaban la poción, mientras se iba a avisar del ataque a la Orden del Fénix. Quería aparecerse cerca de la casa de Hermione, pero choco contra las protecciones de la casa de Snape. Había gritado, maldecido y lanzado todos los utensilios por todo el cuarto he intentado cualquier cantidad de hechizos con tal de abrir la puerta, pero todo había sido en vano.
Snape entró con el semblante serio.
—Los mortífagos no los encontraron, pero los miembros de la Orden tampoco.
Draco caminó decidido hacia la puerta. Iba a buscarlos, ni siquiera sabía por dónde comenzar, pero debía salir de allí a cualquier precio y levantaría hasta la última piedra de Londres si era necesario.
—Me voy, tengo que hallarlas —le dijo.
—Tú no vas a ninguna parte.
—¡ME IMPORTA UNA MIERDA LO QUE PIENSES! Me largo de aquí… —pero antes de que Draco pudiera reaccionar, Snape se le abalanzó con fuerza, lo empujo y lo contraminó contra la pared, agarrándolo duramente por la garganta. Aunque aturdido por el golpe trató desesperado de zafarse, pero fue rápidamente sometido al ser prácticamente estrangulado por la mano de Snape.
—¡Tienes que calmarte! —le siseó furioso—. Tu padre le falló al Señor Tenebroso y te aseguro que buscará culpar a otro de su error. Tu padre descubrirá todo lo que le has ocultado hasta ahora si sigues en ese estado y también te aseguro que no le importará que seas su hijo si con eso puede salvar su pellejo del enojo del Lord ¡Piensa como la serpiente que eres! Enfría tus emociones y aparta los recuerdos comprometedores.
—Eso es fácil para usted decirlo —le replicó con voz medio ahogada—. Es la vida de Hermione y la de me hija las que están en juego.
Poco a poco, Snape se fue separando, dejando a Draco apoyado contra la pared y con una expresión de profunda derrota en el rostro.
—Todos pasamos por momentos difíciles en las guerras y te enseñaré a sobrevivirlos… Legeremens.
Draco estaba entrenando en Oclumancia, pero Snape le había soltado el hechizo de golpe.
Mierda.
En un abrir y cerrar de ojos, Snape había visto todo lo que había pasado ese día: La reunión en el departamento de los gemelos, la consulta médica, la noticia de que era una niña, su llegada a Malfoy Manor, su rápida salida y su aviso desesperado.
Draco estaba sudoroso y temblaba violentamente luego de esa intrusión a su mente.
—Con esa debilidad mental, te aseguro que los mortífagos nos matarán antes del amanecer. ¡Siéntate a trabajar! —le ordenó.
Draco se sentó frente a Snape y continuaron trabajando con la poción. En el transcurso de media hora, le lanzó al menos cinco veces el hechizo, hasta que Draco consiguió mantenerlo fuera de su mente y de los recuerdos con Hermione. Solo entonces le permitió volver a Malfoy Manor.
Cuando llegó a Malfoy Manor estaba más sereno, pero entró con el ceño fruncido y sus facciones más endurecidas de lo normal. Sus padres estaban en la biblioteca, al parecer enfrascados en una conversación bastante tensa. No estaban discutiendo, pero la tensión podía palparse en el ambiente. Draco entró a la estancia y vio a su padre con profundo desdén. Lucius sostenía un vaso con whisky de fuego, estaba de pie ligeramente apoyado en la chimenea y tenía el semblante mucho más pálido de lo habitual. Narcisa estaba sentada en una de los sillones de cuero y lo vio con expresión preocupada.
—¿Te divertiste con la sangre sucia? —le preguntó con sarcasmo.
—Antes que nada soy tu padre, así que me cambias ese tono. Y no, no me divertí porque la sangre sucia se nos fue de las manos…
—¡Vaya! Me supongo que el Lord se pondrá muy contento.
—Draco, déjate de mierdas de niño caprichoso. Me gustaría verte antes de lanzar un Avada Kedavra para ver si tienes las agallas de hacerlo. Mejor dame las gracias por haberte dejado, así no tendrás que sufrir ningún crucio por haber fallado en la misión —le respondió su padre.
Mientras hablaba, Lucius se había acercado hasta quedar frente a frente con su hijo y Draco lo sintió tratar de entrar en su mente.
—¿Qué pretendes encontrar, padre?
—Dímelo tú, porque no me dejas ver nada…
—Simplemente no me da la gana de enseñarte nada. De todas maneras no soy lo suficiente hombre para tus misiones, así que no pierdas el tiempo hurgando entre mis niñerías.
Y sin esperar una respuesta de su padre, dio media vuelta y salió de la biblioteca, dejando a Lucius y Narcisa sumidos en un profundo silencio.
Subió a su habitación y con semblante serio y pensativo se cambió de ropa. Se tiró boca arriba sobre la cama repasando todo lo que había sucedido ese día. Si tan solo supiera donde comenzar a buscar… se sentía completamente desorientado en el Londres muggle. Pensó en lo tontos que habían sido al no establecer un punto de encuentro por si pasaba algo así y deseó con todas sus fuerzas que Hermione y sus padres estuvieran en un lugar seguro.
Decidió ir a la tienda de los gemelos al día siguiente para averiguar algo sobre Hermione. Dio mil vueltas en la cama, cavilando sobre muchas cosas hasta que en la madrugada finalmente lo venció el sueño y se quedó dormido.

1 comentario:

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