Camarita


miércoles, 22 de octubre de 2014

Capítulo 3: Trazando Planes

Lo primero que Draco recuperó fue el sentido del oído. Escuchó murmullos y entreabrió sus ojos, solo para verificar donde estaba. Estaba en una de las camas de la enfermería. Eso lo favorecía, porque si Hermione todavía estaba allí, no tendría que salir a buscarla por todo el colegio para saber qué le había pasado. Tenía que hablar con ella. ¡Estaban esperando un bebé! Con solo pensarlo, sintió que se le encogía el estómago por la angustia y la incertidumbre, se madre tal vez protestara pero la reacción de su padre lo aterrorizaba. Jamás aceptaría un nieto que no fuera sangre pura, pues para Draco no existía siquiera la posibilidad de casarse con una sangre mestiza, mucho menos con una sangre sucia.
Pero poco a poco lo fue invadiendo un fuerte sentimiento en el pecho que no supo descifrar a cabalidad, ¿orgullo? ¿felicidad? Tal vez era una mezcla de todos ellos y sonrió con la seguridad de que Hermione, la chica que amaba estaba esperando un hijo suyo.
Se acomodó en la cama y no tuvo que esperar mucho tiempo para confirmar que Hermione efectivamente también se encontraba en otra de las camas de la enfermería.
Seguramente ya se despertó porque se está moviendo mucho… escuchó que le decía Weasley.
No insistas Hermione, porque no te dejaremos sola mientras ese hurón de mierda esté aquí exclamó Harry, que continuaba molesto por la pelea de la mañana.
No van a perder su tiempo por mí. Todavía tienen pendiente el ensayo de pociones, que es kilométrico. Me niego rotundamente. Además, hicieron todo un alboroto hasta que me colocaron en el otro extremo de la enfermería. Malfoy tendría que hacer mucho ruido para acercarse o yo tendría tiempo suficiente para gritar si él intenta hacerme algo. Así que váyanse ya les ordenó muy decidida.
¡Está bien! protestó Ron—. Pero al menos nos tienes que decir quién es el padre de tu hijo, ¿desde cuándo estás con esta relación? y ¿por qué no nos habías dicho nada?
Son demasiadas preguntas Ronald, que de momento no puedo contestarte. Toda la situación es en extremo complicada.
¿Por qué?
Por muchas razones, pero de momento la principal es que él ni siquiera sabe que espero un hijo suyo. No necesito que ustedes salgan hechos una furia a molerlo a palos cuando ni siquiera he podido avisarle nada.
Entonces no es nadie del colegio… dedujo Harry.
Pues resulta que sí lo es, pero no les voy a decir más por el momento. Por favor, quiero que comprendan y que respeten mi decisión de mantener esto en secreto…
Pruébanos. Creo que somos dignos de tu confianza le presionó Harry secamente. Pero Hermione siguió en silencio, pero comenzó a sollozar quedamente. Ron y Harry volvieron a verse muy sorprendidos. ¡Era tan raro verla llorar! Quizás era por la presión del embarazo. Harry continuó hablando: En todos estos años de amistad, hemos pasado por tantas cosas que creí que éramos merecedores de tu confianza, pero por lo visto necesitas más tiempo para esta situación en particular. Al menos piénsalo, nosotros te apoyaremos y no te dejaremos sola, sea quien sea tu novio, tu pareja, tu marido o como sea que quieras llamarle…
Hermione levantó la vista y le sonrió suavemente. Ron y Harry dieron ambos sentados suspiraron, se levantaron y le dieron un beso en la frente.
Descansa, has pasado un susto terrible. Mejor trata de dormir un poco, mira que Madame Pomfrey te recetó cama hasta mañana. Pasaremos a verte después del almuerzo se despidió Ron.
Hermione esperó prudente unos diez minutos, dando tiempo a que sus amigos realmente se fueran lejos de la enfermería y que no se les ocurriera volver pronto. Cuando pensó que ya no había peligro de ser descubierta por ellos fuera de la cama, levantó la sábana que la cubría y puso los pies en el suelo helado.
¡Ni siquiera lo intentes! le gritó una voz al otro lado de la sala, dándole un gran susto. Draco había estaba acostado dándole la espalda, pero se volvió suavemente para verla.
Este día sí que te has especializado en secarme buenos sustos.
Pues te lo mereces, por no decirme algo tan importante le reprochó él levantándose y avanzando hacia ella—. Ni se te ocurra ponerte de pie. Métete en la cama de nuevo, no vaya a ser que de paso pesques un resfriado —su voz sonaba dura, pero sus ojos grises brillaban. No había enojo en ellos, sino ternura, mucha ternura.
Lo lamento tanto, pero es que no lo confirmé sino hasta ayer, cuando nos vimos en las Tres Escobas y no quise decirte nada antes hasta estar segura del embarazo. Cuando me saliste al encuentro en el pasillo, sentí que no era una noticia que podía darte tan a la ligera, pero luego todo se descontroló y mira, ambos venimos a parar aquí y todo es…
Shhh Draco se había sentado en la cama, quedando frente a ella. Le había puesto un dedo en los labios para cortar todas sus explicaciones. En realidad, todo eso ya no importa, lo importante es que esperamos un hijo y que tú tienes que cuidarte para que ese bebé nazca muy sano le dijo. Le puso una mano en la nuca y la atrajo hacia él, dándole un beso suave, pero tan intenso que Hermione sintió que se quedaba sin respiración.
Draco, ¿qué vamos a hacer?
Todavía no lo sé. No me has dado mucho tiempo para pensar al respecto. De momento, quiero descansar un ratito contigo antes de irme, me duele todo… ese expeliarmus de San Potter estuvo potente…
Pero ¿quieres al bebé?
¡Por supuesto! ¿Dudas de mí? Eso sí que es muy alentador le dijo ácidamente.
Mira, yo tengo que preguntar. Un bebé nos cambia todo el panorama sobre el cual habíamos comenzado a trazar nuestros planes.
Es cierto que lo cambia, pero también lo mejora. Hoy tenemos una razón más que poderosa para seguir juntos, porque a menos que muera, no voy a permitir que mi hijo crezca sin su padre.
Draco, no digas eso, por favor…
¿Qué cosa?
Que vas a morir. No quiero siquiera imaginarlo.
Esa siempre será una posibilidad tanto para ti como para mí comenzó diciendo él, pero al ver su cara de angustia y las lágrimas que comenzaban a llenar sus ojos, agregó—, lo principal es que tratemos de permanecer alejados del peligro lo más que podamos, ¿de acuerdo? No creo que la Orden te asigne misiones arriesgadas mientras estés embarazada o con el bebé recién nacido. Eso nos da algo de tiempo. Yo sabré moverme como la astuta serpiente que soy. Quiero evitar que mi padre se entere de tu embarazo. Puede ser peligroso para los tres. Tienes que hablar con tus papás de esto, quizás lo mejor es que te vayas a vivir con ellos después de que terminemos Hogwarts.
Voy a esperar hasta después de la graduación para contarles. Para ellos será una decepción grande, ¿sabes? A ningún padre le gusta que su hija se embarace tan joven y sin casarse.
Pero te aseguro que cuando vean al nieto o nieta se les pasa el enojo. Ellos no tienen los prejuicios que tienen los míos. Además, si tú quieres, nos casaremos en cuanto podamos hacerlo.
Por supuesto que quiero.
Draco hizo que Hermione se acostara y luego se tendió a la par de ella, abrazándola por la cintura.
Luego bajó su mano a su vientre y comenzó a acariciarlo suavemente.
¿Para cuándo esperamos?
Según mis cuentas, para febrero. Pero todavía tenemos que confirmarlo con un sanador. Madame Pomfrey no se quiso aventurar a decirme nada. Dice que los embarazos no son su especialidad.
Después de esto, los dos se quedaron dormidos, Draco todavía sosteniendo su mano sobre el abdomen de Hermione. Él solo pretendía recostarse a esperar que Hermione se durmiera, pero su cuerpo adolorido también necesitaba reposo y no pudo evitar quedarse dormido junto a ella.
Cuando Madame Pomfrey salió de su despacho a revisar a sus dos enfermos, se los encontró compartiendo cama y en actitud muy cariñosa. Inmediatamente, llamó al Profesor Dumbledore, diciéndole que algo urgente sucedía. La enfermera creía saber dónde estaban las lealtades de estos jóvenes. Estaba helada por las implicaciones de la situación: Hermione, una sangre sucia y mejor amiga de Harry Potter, estaba embarazada del mortífago Draco Malfoy. Su condición de mortífago la había confirmado lo recibió inconsciente esa mañana y descubrió la Marca Tenebrosa en su brazo izquierdo.
¿Para qué quería verme con tanta urgencia, Madame Pomfrey? preguntó el director cuando entró a la enfermería.
La enfermera, para evitar que algún curioso los viera, había colocado unos biombos alrededor de la cama, por lo que le pidió al Director que observara a los pacientes que estaban ocultos detrás. Realmente habían sido muy imprudentes quedándose dormidos y juntos. Le explicó el embarazo de la chica y la probabilidad de que él fuera el padre.
Ya veo, ya veo dijo Dumbledore para sí mismo—. Seguramente así debe ser, porque Hermione no permitiría que él se le acercara tanto si no hubiera un lazo afectivo entre ellos.
No habían pasado ni dos minutos, cuando Draco Malfoy despertó y se sentó bruscamente en la cama, asustado por haberse quedado dormido. “¡Mierda!”, pensó al ver los biombos y suponer que la enfermera los había colocado para evitar que ojos curiosos e imprudentes los descubrieran dormir juntos. Dio un beso en la frente a Hermione que seguía dormida y se dispuso a salir, para evitar que alguien más pudiera verlos. Estaba considerando seriamente hacer un obliviate a Madame Pomfrey, pero lastimosamente todavía no los dominaba muy bien, cuando al salir de atrás del biombo se quedó paralizado al descubrir sentado al fondo de la estancia, nada más y nada menos que a Dumbledore
Se acercó aparentando el mayor dominio de sí mismo de que fue capaz, pero en el fondo el sentirse descubierto por el líder de la Orden del Fénix lo hacía sentirse terriblemente vulnerable y a pesar de que sabía que él y Hermione estarían a salvo bajo su ala protectora, eso no evitaba que se sintiera un vil traidor hacia su padre y su causa.
Dígame joven Malfoy, el hijo que espera la señorita Granger ¿es suyo?
¡Vaya! El director no se anduvo por las ramas para preguntar. Pensó rápidamente si debía mentir o no, pero algo vio Draco en sus ojos que lo impulsó a contestar con la verdad, con un fuerte y seguro:
Sí.
¿Han pensado lo que van a hacer al salir de acá?
Todavía no. Ella confirmó ayer el embarazo y yo no lo supe sino hasta hoy
No quiero discutir esto en los pasillos le dijo el director. Sígame a mi oficina.
Cuando salieron de la enfermería, se toparon con Harry y Ron que iban de nuevo a ver cómo seguía Hermione. Draco les dirigió una mirada llena de desdén, que fue completamente correspondida por los chicos. Al ver que Malfoy iba con Dumbledore camino a la dirección, sonrieron con satisfacción pensando que el arrogante hurón recibiría el castigo que merecía por haber agredido a Hermione. Pero en realidad, más que recibir un castigo, en esa reunión Draco Malfoy trazó el destino de su vida.

Capítulo 2: ¡Estoy Embarazada!

Esa noche, Hermione no pudo conciliar el sueño con facilidad. No lograba pensar con claridad qué iba a hacer en el futuro. Le daba muchas vueltas a todo, pero lo que predominaba era la incertidumbre del momento. Con la guerra encima, un amor clandestino y la vida en peligro por ser hija de muggles, en realidad miraba el mañana bastante pintado de negro. Ahora tenía que agregar a su lista de preocupaciones al hijo que esperaba, porque deshacerse del bebé definitivamente no era una opción.
“Antes de tomar una decisión, debo hablar con Draco”, pensó.
Por lo menos, ahora comprendía el excesivo sueño que venía sintiendo, había sido un milagro que no se quedara dormida en las clases. Parecía de un cansancio extremo, pero nadie había sospechado que algo raro pasaba, es más lo miraban como un síntoma de que se estaba exigiendo demasiado a sí misma, preparándose para los Éxtasis.
Lo que más le molestaba eran unas excesivas náuseas. Gracias a Dios que no vomitaba, porque hubiera sido mucho más sospechoso. Al menos las náuseas podían disimularse, por lo menos un poquito. Según sus cuentas, el bebé nacería en febrero del siguiente año. Realmente, Draco y ella tenían muchas decisiones que tomar.
Con eso en la cabeza, bajó a desayunar. Iba cansada y con unas ojeras profundas bajo sus ojos. Se acercó a la mesa de Gryfffindor pero solo verla llena de comida, su estómago se encogió y no pudo evitar hacer una mueca de asco. Se controló con mucho esfuerzo porque sentía las tripas pegadas en las amígdalas. Comió un poco de cereal, más bien se obligó a comer un poco de cereal y tomó con mucho esfuerzo un vaso de jugo de calabaza.
Hermione, ¿qué te sucede hoy? No has comido nada y eso no es normal en ti ¿Te sientes mal? le preguntó Lavender, que como siempre estaba pendiente de los demás y se metía donde nadie la llamaba.
No, es solo que algo debe haberme caído pesado en la cena, porque hoy me he levantado sin hambre le contestó.
Pero es que desde hace días que observo que no te estás alimentando bien le dijo con aire inocente, si sigues así te vas a poner muy delgada y eso no es malo para conservar la línea, pero sí para sobrevivir todos los Éxtasis en los que tienes que examinarte.
Lavender, por favor, no seas exagerada no me pasará nada por comer poco una mañana de domingo.
Pero Harry y Ron inmediatamente se habían vuelto para ver su plato, vieron lo poco que estaba comiendo e intentaron abrir la boca para obligarla a ingerir algo más que no fuera cereal.
De eso nada, ni se les ocurra decir absolutamente nada les dijo tajante antes de que pudieran hablar algo, van a provocar que me sienta peor si hacen que coma a la fuerza.
Sus amigos no insistieron porque conocían de sobra su carácter obstinado, solo intercambiaron una mirada de preocupación, pero luego se les metió que la llevarían a la enfermería para descartar cualquier enfermedad. Hermione casi entró en pánico. No quería ir donde Madame Pomfrey hasta no hablar con Draco primero. Sabía que debía controlarse la salud, por su propio bien y el del bebé, pero no iba a dar una noticia tan trascendental a media humanidad sin que el padre de la criatura lo supiera primero.
Con un no rotundo, les dijo que le habían hecho perder el poco apetito que tenía. Se levantó para ir a la biblioteca, poniendo como excusa un ensayo de Aritmancia que había que entregar el lunes temprano.
Pero hace varios días que me dijiste que ese ensayo ya lo habías terminado exclamó Harry sorprendido.
Y así es, pero nunca está de sobra darle una buena revisión antes de entregarlo replicó ella con rapidez. Se levantó de la mesa y se fue.
Draco se levantó esa mañana con el ceño fruncido y también con muchas cosas rondando su cabeza. Tenía que hablar con Hermione, tenían que decidir si iban a tratar de vivir juntos o no, luego que se graduaran de Hogwarts. Pensó en su padre y en cómo le sentaría que su único heredero se hubiera encaprichado con una sangre sucia.
Pero esto es muchísimo más que un simple capricho se dijo en voz alta viéndose en el espejo del baño. Si el Señor Tenebroso no nos mata primero, seguramente lo hará mi padre.
Si no lograban vivir juntos, por lo menos tenían que decidir cómo harían para llevar a cabo sus encuentros y en quienes podrían confiar para seguir adelante en su relación. Estaba seguro que no podían confiar en ningún Slytherin, mucho menos en los que eran más cercanos a él, pues todos despreciaban a los sangre sucia. Pero confiar en los amigos de Hermione, en ese San Potter y la estúpida comadreja, se volvía un trago demasiado pesado para Draco. Siempre los había visto de menos y siempre había buscado humillarlos, pero comenzaba a tener la seguridad de que llegado el momento, eran los únicos que intervendrían para ayudarla. Sabía que no lo harían por él, pero esos imbéciles sí que eran capaces de dar la vida por ella.
Draco se dirigió al comedor con paso seguro y como siempre arrogante, seguido como siempre por todo su séquito. Chicos y chicas que lo seguían solo porque era un Malfoy, pero ninguno realmente se había tomado la molestia de conocerlo realmente. La mayoría, al igual que él, eran títeres de sus respectivas familias. Cuestiones como el honor y el prestigio familiar, la superioridad de los sangre pura, no mezclarse con media-sangre y mucho menos con sangres sucias, eran aceptadas por todos los Slytherin y todos, absolutamente todos, se jactaban de su linaje.
Se dispuso a tomar su desayuno sin dejar por ello de observar con disimulo lo que ocurría en la mesa de los Griffyndor. Vio a Hermione con cara de no haber dormido bien, lo vio comer nada más que un poco de cereal, para luego discutir algo con sus amigos y levantarse presurosa rumbo a la biblioteca.
“Es ahora o nunca”, pensó. Se levantó y cuando Pansy le preguntó a donde iba, la dejó con la palabra en la boca.
No es de tu incumbencia le dijo secamente.
Para su suerte, Hermione iba caminando tranquilamente por un pasillo solitario, cuando le salió al encuentro. Le hizo dar un brinco por la sorpresa, y Hermione se llevó las manos al pecho, como queriendo agarrarse el corazón, que le había quedado trabado en la garganta por el susto.
¡Pero qué diablos te pasa! le reclamó con una expresión que mezclaba reproche por asustarla y temor por el riesgo de ser descubiertos por alguien.
Eso mismo me pregunto yo, estás actuando rarísimo y yo no voy a poder esperar hasta mañana para saber qué te sucede…
Lo que estás haciendo es muy arriesgado y puede dar al traste con todo le dijo ella bajando la voz a un leve susurro.
Lo sé, pero no puedo dejarte sola. Algo te pasa por más que te empeñes en decir lo contrario le dijo arrastrando las palabras y muy suavemente, como si la estuviera amenazando. Sin pensarlo, se había acercado mucho a ella y la había agarrado de un brazo, casi a la altura del hombro, su rostro parecía amenazante observándola directamente a los ojos y muy cerca del rostro de la chica. Cualquiera que lo hubiera visto, seguramente habría pensado que estaba amedrentando a la sangre sucia, como siempre solía hacerlo.
El problema fue que ese cualquiera era Harry, quien había salido del comedor en busca de su amiga. Estaba buscando el momento apropiado para conversar con ella a solas, sin oídos indiscretos de sus compañeros, pues también estaba preocupado por su raro comportamiento de los últimos días. En cuanto salió al pasillo y vio a Malfoy agarrando por el brazo a Hermione, no se lo pensó dos veces, sacó su varita y lo apuntó decidido.
Suéltala… le ordenó sin gritar, pero con voz firme y decidida.
Harry, no es lo que tú piensas, por favor, no vayas a pelear le suplicó Hermione.
Draco permaneció en silencio, le dirigió una intensa mirada a Hermione, pero inmediatamente sacó su varita y levantó su rostro con una mirada altiva y provocadora hacia Harry. Haciendo un gran esfuerzo y soltó el brazo del que la tenía firmemente agarrada. Ella caminó hacia su amigo, quien no se percató que justo tras de él llegaba Pansy. La Slytherin vio a Draco estaba siendo apuntado por Harry y sin pensárselo mucho, sacó también su varita y la dirigió a Hermione, sabía que no podría enfrentarse a Potter porque él era un mago mucho más poderoso que ella, pero al lastimar a la sangre sucia lo distraería lo suficiente como para sacar bien librado a Malfoy de todo el asunto.
¡Relaskio! gritó y le dio de lleno a Hermione en el pecho. Su primer impulso fue protegerse el vientre, pero no pudo evitar salir despedida unos metros hasta golpearse de espalda a la pared. Cayó al suelo. Quedó sin aire, jadeando y apoyada contra la pared donde había aterrizado.
Draco gritó como un desesperado y trató de acercarse a ella. Se olvidó por completo de la amenaza de Harry. Este al ver a su amiga atacada, le gritó un expeliarmus al rubio que lo lanzó por el pasillo hasta caer con fuerza a unos metros de donde se hallaba Hermione.
Pansy temblaba, estaba petrificada, porque su ataque en vez de favorecer a Draco lo había dejado tendido semi-inconsciente en medio del pasillo. Huyó de la escena en medio de toda la confusión, antes de que alguien notara su presencia: no quería enfrentarse sola a los Griffyndor y mucho menos quería enfrentar la furia de Draco por dejarlo en una posición tan vulnerable en un choque con su principal rival.
Harry se acercó corriendo a su amiga.
¡Llévame a la enfermería ahora mismo! le urgió Hermione, sosteniéndose su vientre y viendo a Harry con ojos llenos de pánico.
¿Estás herida?
¡No, pero debo ir donde Madame Pomfrey! le gritó comenzando a desesperarse y sin soltarse el estómago. Harry hacía esfuerzos porque se pusiera de pie, trataba de revisarla… pero aparentemente no tenía nada que justificara una ida a la enfermería.
Pero ¿qué te pasa? le preguntó desesperado.
¡Estoy embarazada! le gritó comenzando a llorar histéricamente—. Y no quiero perderlo, Harry, no quiero perder a mi bebé…
Al escuchar, Harry inmediatamente comprendió todo lo que su amiga les estaba ocultando, la tomó en brazos y salió avanzando lo más rápido que pudo trasladándola a la enfermería. Draco había escuchado todo en su semi-inconsciencia. Se incorporó con mucho esfuerzo, tambaleante llegó a la pared, trató de caminar, pero solo pudo ver la espalda de Potter llevándose a Hermione. Luego cayó al suelo de nuevo y todo se volvió negro.

Capítulo 1: Una Sospecha

Ambos estaban recostados en la cama, recuperándose luego de una noche de pasión. Él observaba sus cabellos castaños caer sobre la almohada, su rostro sobre su pecho desnudo, viéndola tan hermosa con sus ojos cerrados, durmiendo luego del éxtasis compartido. Las piernas y los cuerpos entrelazados en esa cama en la que se amaban cada vez que podían en la sala de los Menesteres.
Lo tenían todo en contra, pero toda ella era perfecta para él, su complemento.
Dio un profundo suspiro. Todo comenzó con una fuerte atracción y una pasión desbordada, que se unieron a la necesidad de ambos de tener un escape a sus respectivas realidades. Cautos al principio habían pretendido no mezclar los encuentros con sus sentimientos, pero eso fue imposible.
Estamos jugando con fuego le dijo ella un día. Y vaya que sí se habían quemado. Habían quedado achicharrados por este amor clandestino.
Todavía le costaba trabajo creer que se había enamorado como un desesperado de Hermione Granger. Un ambicioso Slytherin, orgulloso hasta la médula de su sangre limpia, perdido en el cuerpo y la mente de una sangre sucia. Recordó el conflicto que había sentido al principio, cuando la atracción por ella era equivalente a la traición de sus más altos ideales familiares, pero nada detuvo el deseo y luego nada detuvo el paso firme con el que ella se coló en su corazón.
Ahora, permanecer con ella era tan importante como respirar. Hacía meses que el pensar en compartir la vida con ella no era algo que se planteara con duda, era ya una certeza.
“Debo estar loco”, pensó mientras la contemplaba, “Como si no tuviera suficiente con las presiones de mi padre por la pureza de la sangre”.
Despierta, perezosa…
Déjame dormir un poquito más… le contestó con un bostezo.
Está por amanecer. ¿Qué explicación daremos si nos pillan afuera? ¿Qué todavía andamos haciendo ronda? Es cierto que hoy es sábado, pero aun así sería un gran lío.
Se levantaron despacio, comenzaron a buscar sus ropas y a vestirse lentamente. Pero el silencio en el que estaban no era el habitual para Draco Malfoy. Bueno, él usualmente permanecía en silencio, nunca había sido muy dado a expresar sus pensamientos, mucho menos sus sentimientos y ella había aceptado ese rasgo de su carácter. Pero ella era muy diferente, lo que él callaba lo hablaba ella y él la escuchaba hablar de todas las cosas que la preocupaban, lo que le gustaba y lo que no, sus planes al finalizar Hogwarts…
Pero había algo que ella le ocultaba. Desde la noche, había llegado con una expresión de preocupación en la cara y por más que había preguntado no había recibido una respuesta satisfactoria. Siempre había sido tan transparente y ahora, ¿qué pasaba?
¿Por qué no me dices qué te sucede?
No te preocupes, no es nada grave… es solo una sospecha que tengo.
¿Alguien te quiere hacer algo? ¿O es que simplemente estás buscando un pretexto para que terminemos?
¡¿Cómo te atreves?!”
Bueno, estamos a un mes de finalizar la escuela, tenemos que tomar decisiones casi a la vuelta de la esquina. Aunque me ponga como un histérico, comprenderé que no quieras continuar esto y sé que estar juntos será muy difícil. Ya tengo la Marca Tenebrosa tatuada en mi brazo izquierdo y tú seguramente harás algo a favor de la Orden. No necesito ser un sabio para suponer que no quieras complicarte la vida conmigo.
Hermione se quedó en silencio, procesando las palabras de Draco. Definitivamente no quería terminar con él. Sí que lo amaba, tanto que cuando regresó de sus vacaciones de navidad con su brazo tatuado, no pudo evitar sentirse traicionada. Trató de terminar esta relación o lo que sea que tuvieran, porque realmente nunca le habían puesto nombre. Pero Draco no desistió hasta que logró que lo escuchara. Le habló de las amenazas de su padre si se negaba a ser mortífago y aunque su mirada de decepción era más que elocuente, siguieron juntos con esta relación clandestina.
No es eso y lo sabes muy bien. No le huyo a las complicaciones. Pero de momento no puedo decirte nada, hasta la ronda del próximo lunes le contestó con una mirada dura. Draco también conocía este tipo de miradas y sabía que no debía insistir más al respecto.
Hecho. Pero no esperaré un día más por una explicación, ¿está claro?
Como el agua.

*****

Harry, Ron y Hermione caminaban esta tarde de sábado hacia Hogsmeade. Iban riendo d Ron, que como siempre se metía en cada situación jocosa. El trío siempre estaba junto, ellos simplemente no permitían que nadie se le acercara con otras intenciones que no fueran amistad y pedir apuntes o cosas de clases. Era un poco sofocante, pero ella estaba habituada a la sobre-protección de sus amigos. "Si ellos supieran…", pensaba.
La verdad es que ya había superado los sentimientos de culpa que sintió en el inicio de su relación con Draco. Los coqueteos comenzaron con la llegada del Expreso, cuando unos ojos acerados la vieron con excesivo deseo al llegar al vagón de los prefectos. Ella no pudo evitar sostener esa mirada intensa, porque se sentía extasiada con ella y le sonrió coqueta. Contra todo lo que esperaba, él no la insultó ni la agredió, pero solo fue en ese momento, porque luego volvió a ser el mismo arrogante de siempre.
La danza de miradas continuó en las rondas nocturnas. Eran una mirada tan intensas que le hacían disculpar los insultos que el rubio le dedicaba en el día. Hasta que un día no pudieron soportarlo más. Draco la arrinconó en un pasillo y la besó con una fuerza que no había sentido con nadie más. Ese cuerpo terriblemente varonil, su espalda ancha y sus fuertes brazos, aprisionándola con pasión desbordada, fueron su perdición. La racional Hermione cayó rendida ante el ímpetu del Slytherin. Dos rondas más de besos y caricias atrevidas, y perdió la cabeza por las manos, los besos y el cuerpo del otro.
Durante el primer mes, sintió el peso de la culpa colgando en su cuello. Se sentía terriblemente mal por esconder su relación, pero de sobra sabía que Harry y Ron no podrían comprenderlo. Nunca comprenderían que le gustaba el Slytherin, mucho menos que lo amaba. Pensó que seguirían adelante con los encuentros hasta que uno de ellos se aburriera, pero eso nunca paso. Y allí estaban casi por terminar el año, planteándose cómo hacer para seguir juntos y no morir en el intento, literalmente, porque la guerra recién estaba comenzando.
Vamos a la tienda de los gemelos sugirió Ron regresándola de sus pensamientos, se me terminaron las provisiones y aunque falten pocas semanas, no quiero desperdiciar la oportunidad de unas últimas bromas a los pesados de los Slytherin.
No puedo creer que continúes con esas cosas de niño le replicó Hermione.
El que tú hayas bajado la guardia con esos potenciales mortífagos, no quiere decir que todos debemos hacerlo le espetó Ron.
¡Oye! ¿Qué significa eso?
Que últimamente ya no te metes en muchos líos con ellos dijo Harry simplemente.
No me parece justo que Ron se ponga en ese plan. No me meto en líos porque milagrosamente ya no se meten conmigo como antes, pero eso no quiere decir que busque amistad con ellos y dando un suspiro de fastidio y agregó—, ¿Saben qué? No voy a ir con ustedes, iré a buscar unos ingredientes que necesito para las pociones de Snape.
No te pongas así, es la última salida que hacemos al pueblo antes de terminar Hogwarts le dijeron.
Ya lo sé. Nos reuniremos en una hora en las Tres Escobas, ¿les parece?
Hermione se separó de ellos muy satisfecha por haber encontrado tan rápido un pretexto para irse por un camino diferente al de sus amigos. Se dirigió a la venta de artículos para pociones, sin percatarse de que unos ojos grises seguían sus pasos desde que caminaba sola.
Draco realmente se había quedado preocupado esa mañana y la sospecha de ser engañado era un golpe muy duro para su orgullo. Porque realmente la amaba. La vio entrar en la venta de pociones e ingredientes y la vio salir metiéndose una botellita en su bolsillo de la túnica. Hermione se dirigió directamente a las Tres Escobas, entró al baño y estuvo dentro largo rato. Cuando salió, el rubio se asustó: traía la cara desencajada de preocupación y una expresión de quien reprime las lágrimas a pura fuerza de voluntad.
Él estaba sentado con Zabini en una esquina y cruzó con ella una mirada. Hermione se sorprendió de verlo allí, tan pendiente de sus movimientos. Draco pensaba en levantarse con cualquier pretexto e ir hacia ella, cuando entraron Potter y Weasley a entorpecerle los planes. Con ellos en frente, ella logró disimular su abatimiento. Lo único que Draco pudo observar es que bebía tés helados mientras los amigos le insistían para que bebiera cervezas de mantequilla. "Tendré que esperar al lunes para saber", pensó intrigado.
Lo que Draco no sabía, es que al entrar al baño de mujeres, Hermione había tomado el contenido de la botellita, había abierto su pantalón dejando al descubierto su vientre, mientras formulaba un conjuro.
¡OH, Dios mío! había dicho en voz alta, cuando todo su vientre se puso azul, dando como positiva la prueba de embarazo mágica.