Lo primero que Draco recuperó fue el sentido del oído.
Escuchó murmullos y entreabrió sus ojos, solo para verificar donde estaba.
Estaba en una de las camas de la enfermería. Eso lo favorecía, porque si Hermione
todavía estaba allí, no tendría que salir a buscarla por todo el colegio para
saber qué le había pasado. Tenía que hablar con ella. ¡Estaban esperando un
bebé! Con solo pensarlo, sintió que se le encogía el estómago por la angustia y
la incertidumbre, se madre tal vez protestara pero la reacción de su padre lo
aterrorizaba. Jamás aceptaría un nieto que no fuera sangre pura, pues para
Draco no existía siquiera la posibilidad de casarse con una sangre mestiza,
mucho menos con una sangre sucia.
Pero poco a poco lo fue invadiendo un fuerte sentimiento en
el pecho que no supo descifrar a cabalidad, ¿orgullo? ¿felicidad? Tal vez era
una mezcla de todos ellos y sonrió con la seguridad de que Hermione, la chica
que amaba estaba esperando un hijo suyo.
Se acomodó en la cama y no tuvo que esperar mucho tiempo
para confirmar que Hermione efectivamente también se encontraba en otra de las
camas de la enfermería.
—Seguramente ya se despertó porque se está moviendo mucho… —escuchó que le decía
Weasley.
—No insistas Hermione, porque no te dejaremos sola mientras ese
hurón de mierda esté aquí —exclamó Harry, que continuaba molesto por la pelea de la mañana.
—No van a perder su tiempo por mí. Todavía tienen pendiente el
ensayo de pociones, que es kilométrico. Me niego rotundamente. Además, hicieron
todo un alboroto hasta que me colocaron en el otro extremo de la enfermería.
Malfoy tendría que hacer mucho ruido para acercarse o yo tendría tiempo
suficiente para gritar si él intenta hacerme algo. Así que váyanse ya —les ordenó muy decidida.
—¡Está bien! —protestó Ron—. Pero al menos nos tienes que decir quién es el padre de tu hijo, ¿desde
cuándo estás con esta relación? y ¿por qué no nos habías dicho nada?
—Son demasiadas preguntas Ronald, que de momento no puedo contestarte.
Toda la situación es en extremo complicada.
—¿Por qué?
—Por muchas razones, pero de momento la principal es que él ni
siquiera sabe que espero un hijo suyo. No necesito que ustedes salgan hechos
una furia a molerlo a palos cuando ni siquiera he podido avisarle nada.
—Entonces no es nadie del colegio… —dedujo Harry.
—Pues resulta que sí lo es, pero no les voy a decir más por el
momento. Por favor, quiero que comprendan y que respeten mi decisión de
mantener esto en secreto…
—Pruébanos. Creo que somos dignos de tu confianza —le presionó Harry
secamente. Pero Hermione siguió en silencio, pero comenzó a sollozar
quedamente. Ron y Harry volvieron a verse muy sorprendidos. ¡Era tan raro verla
llorar! Quizás era por la presión del embarazo. Harry continuó hablando—: En todos estos años de
amistad, hemos pasado por tantas cosas que creí que éramos merecedores de tu
confianza, pero por lo visto necesitas más tiempo para esta situación en
particular. Al menos piénsalo, nosotros te apoyaremos y no te dejaremos sola,
sea quien sea tu novio, tu pareja, tu marido o como sea que quieras llamarle…
Hermione levantó la vista y le sonrió suavemente. Ron y
Harry dieron ambos sentados suspiraron, se levantaron y le dieron un beso en la
frente.
—Descansa, has pasado un susto terrible. Mejor trata de dormir un
poco, mira que Madame Pomfrey te recetó cama hasta mañana. Pasaremos a verte
después del almuerzo —se
despidió Ron.
Hermione esperó prudente unos diez minutos, dando tiempo a
que sus amigos realmente se fueran lejos de la enfermería y que no se les
ocurriera volver pronto. Cuando pensó que ya no había peligro de ser
descubierta por ellos fuera de la cama, levantó la sábana que la cubría y puso
los pies en el suelo helado.
—¡Ni siquiera lo intentes! —le gritó una voz al otro lado de la sala, dándole un gran
susto. Draco había estaba acostado dándole la espalda, pero se volvió
suavemente para verla.
—Este día sí que te has especializado en secarme buenos sustos.
—Pues te lo mereces, por no decirme algo tan importante —le reprochó él levantándose
y avanzando hacia ella—. Ni
se te ocurra ponerte de pie. Métete en la cama de nuevo, no vaya a ser que de
paso pesques un resfriado —su voz sonaba dura, pero sus ojos grises brillaban. No había enojo
en ellos, sino ternura, mucha ternura.
—Lo lamento tanto, pero es que no lo confirmé sino hasta ayer,
cuando nos vimos en las Tres Escobas y no quise decirte nada antes hasta estar
segura del embarazo. Cuando me saliste al encuentro en el pasillo, sentí que no
era una noticia que podía darte tan a la ligera, pero luego todo se descontroló
y mira, ambos venimos a parar aquí y todo es…
—Shhh —Draco
se había sentado en la cama, quedando frente a ella. Le había puesto un dedo en
los labios para cortar todas sus explicaciones—. En realidad, todo eso ya no importa, lo
importante es que esperamos un hijo y que tú tienes que cuidarte para que ese
bebé nazca muy sano —le
dijo. Le puso una mano en la nuca y la atrajo hacia él, dándole un beso suave,
pero tan intenso que Hermione sintió que se quedaba sin respiración.
—Draco, ¿qué vamos a hacer?
—Todavía no lo sé. No me has dado mucho tiempo para pensar al
respecto. De momento, quiero descansar un ratito contigo antes de irme, me
duele todo… ese expeliarmus de San Potter estuvo potente…
—Pero ¿quieres al bebé?
—¡Por supuesto! ¿Dudas de mí? Eso sí que es muy alentador —le dijo ácidamente.
—Mira, yo tengo que preguntar. Un bebé nos cambia todo el panorama
sobre el cual habíamos comenzado a trazar nuestros planes.
—Es cierto que lo cambia, pero también lo mejora. Hoy tenemos una
razón más que poderosa para seguir juntos, porque a menos que muera, no voy a
permitir que mi hijo crezca sin su padre.
—Draco, no digas eso, por favor…
—¿Qué cosa?
—Que vas a morir. No quiero siquiera imaginarlo.
—Esa siempre será una posibilidad tanto para ti como para mí —comenzó diciendo él,
pero al ver su cara de angustia y las lágrimas que comenzaban a llenar sus
ojos, agregó—, lo principal es que tratemos de permanecer alejados del peligro lo
más que podamos, ¿de acuerdo? No creo que la Orden te asigne misiones
arriesgadas mientras estés embarazada o con el bebé recién nacido. Eso nos da
algo de tiempo. Yo sabré moverme como la astuta serpiente que soy. Quiero
evitar que mi padre se entere de tu embarazo. Puede ser peligroso para los
tres. Tienes que hablar con tus papás de esto, quizás lo mejor es que te vayas
a vivir con ellos después de que terminemos Hogwarts.
—Voy a esperar hasta después de la graduación para contarles. Para
ellos será una decepción grande, ¿sabes? A ningún padre le gusta que su hija se
embarace tan joven y sin casarse.
—Pero te aseguro que cuando vean al nieto o nieta se les pasa el
enojo. Ellos no tienen los prejuicios que tienen los míos. Además, si tú
quieres, nos casaremos en cuanto podamos hacerlo.
—Por supuesto que quiero.
Draco hizo que Hermione se acostara y luego se tendió a la
par de ella, abrazándola por la cintura.
Luego bajó su mano a su vientre y comenzó a acariciarlo
suavemente.
—¿Para cuándo esperamos?
—Según mis cuentas, para febrero. Pero todavía tenemos que
confirmarlo con un sanador. Madame Pomfrey no se quiso aventurar a decirme
nada. Dice que los embarazos no son su especialidad.
Después de esto, los dos se quedaron dormidos, Draco todavía
sosteniendo su mano sobre el abdomen de Hermione. Él solo pretendía recostarse
a esperar que Hermione se durmiera, pero su cuerpo adolorido también necesitaba
reposo y no pudo evitar quedarse dormido junto a ella.
Cuando Madame Pomfrey salió de su despacho a revisar a sus
dos enfermos, se los encontró compartiendo cama y en actitud muy cariñosa.
Inmediatamente, llamó al Profesor Dumbledore, diciéndole que algo urgente
sucedía. La enfermera creía saber dónde estaban las lealtades de estos jóvenes.
Estaba helada por las implicaciones de la situación: Hermione, una sangre sucia
y mejor amiga de Harry Potter, estaba embarazada del mortífago Draco Malfoy. Su
condición de mortífago la había confirmado lo recibió inconsciente esa mañana y
descubrió la Marca Tenebrosa en su brazo izquierdo.
—¿Para qué quería verme con tanta urgencia, Madame Pomfrey? —preguntó el director
cuando entró a la enfermería.
La enfermera, para evitar que algún curioso los viera, había
colocado unos biombos alrededor de la cama, por lo que le pidió al Director que
observara a los pacientes que estaban ocultos detrás. Realmente habían sido muy
imprudentes quedándose dormidos y juntos. Le explicó el embarazo de la chica y
la probabilidad de que él fuera el padre.
—Ya veo, ya veo —dijo Dumbledore para sí mismo—. Seguramente así debe
ser, porque Hermione no permitiría que él se le acercara tanto si no hubiera un
lazo afectivo entre ellos.
No habían pasado ni dos minutos, cuando Draco Malfoy
despertó y se sentó bruscamente en la cama, asustado por haberse quedado
dormido. “¡Mierda!”, pensó al ver los biombos y suponer que la enfermera los
había colocado para evitar que ojos curiosos e imprudentes los descubrieran
dormir juntos. Dio un beso en la frente a Hermione que seguía dormida y se
dispuso a salir, para evitar que alguien más pudiera verlos. Estaba
considerando seriamente hacer un obliviate a Madame Pomfrey,
pero lastimosamente todavía no los dominaba muy bien, cuando al salir de atrás
del biombo se quedó paralizado al descubrir sentado al fondo de la estancia,
nada más y nada menos que a Dumbledore
Se acercó aparentando el mayor dominio de sí mismo de que
fue capaz, pero en el fondo el sentirse descubierto por el líder de la Orden
del Fénix lo hacía sentirse terriblemente vulnerable y a pesar de que sabía que
él y Hermione estarían a salvo bajo su ala protectora, eso no evitaba que se
sintiera un vil traidor hacia su padre y su causa.
—Dígame joven Malfoy, el hijo que espera la señorita Granger ¿es
suyo?
¡Vaya! El director no se anduvo por las ramas para
preguntar. Pensó rápidamente si debía mentir o no, pero algo vio Draco en sus
ojos que lo impulsó a contestar con la verdad, con un fuerte y seguro:
—Sí.
—¿Han pensado lo que van a hacer al salir de acá?
—Todavía no. Ella confirmó ayer el embarazo y yo no lo supe sino
hasta hoy
—No quiero discutir esto en los pasillos —le dijo el director—. Sígame a mi oficina.
Cuando salieron de la enfermería, se toparon con Harry y Ron
que iban de nuevo a ver cómo seguía Hermione. Draco les dirigió una mirada
llena de desdén, que fue completamente correspondida por los chicos. Al ver que
Malfoy iba con Dumbledore camino a la dirección, sonrieron con satisfacción
pensando que el arrogante hurón recibiría el castigo que merecía por haber
agredido a Hermione. Pero en realidad, más que recibir un castigo, en esa
reunión Draco Malfoy trazó el destino de su vida.