Camarita


jueves, 4 de diciembre de 2014

Capítulo 4: Adiós Hogwarts

Antes de lo que todos los estudiantes de séptimo año deseaban, llegaron las intensas semanas de los Éxtasis. Todos andaban con la presión pulsando dolorosamente sus cabezas. Hermione, como siempre, se había preparado a conciencia para estos decisivos exámenes, no quería ser auror como sus amigos, pero su decisión de ser sanadora iba acompañada de una serie de exigencias bastante fuertes. Bueno, también era verdad que ella exigía demasiado a sí misma, tenía que obtener el mayor número de Extraordinarios posibles, porque los “Supera las expectativas”, le dejaban un sabor de boca muy similar al fracaso.
Por orden del Profesor Dumbledore, muy pocas personas supieron lo de su embarazo. El director no se quiso arriesgar a que hubiera protestas por parte del consejo escolar, por permitir que una chica embarazada y encima sangre sucia continuara sus estudios. A Hermione solo le quedaba un mes para graduarse de Hogwarts y a Dumbledore le pareció que era mejor arriesgarse a ocultar esta situación al consejo y evitar una gran injusticia para la mejor alumna de esa generación.
Madame Pomfrey le recetó una poción que debía tomar todos los días para controlar las intensas náuseas, lo que le permitió comer con normalidad, salvando las sospechas que tenían sobre su salud, sus compañeras Parvati, Lavender y compañía.
Obviamente, se informó a la profesora McGonagall sobre la situación de Hermione, sin decirle quién era el padre y la jefa de los leones también estuvo de acuerdo en quedarse callada para no entorpecer el desempeño de la mejor alumna que había tenido en años.
Así que de sus compañeros solo Harry y Ron lo sabían. Ellos habían comenzado a consentirla en exceso, no permitiendo siquiera que cargara sus libros hacia sus clases, lo que dio lugar a una serie de chismes y comentarios dentro de Gryffindor y de las otras casas, pues había quienes pensaban que los dos amigos estaban compitiendo por el amor de Hermione ahora que ya casi acababa la escuela.
El trío ignoró las habladurías como había ignorado tantas otras cosas que se habían especulado con ellos dentro de la escuela. Pero Draco estaba francamente molesto y celoso, no solo por lo que decía la gente, sino por las atenciones que ambos chicos tenían para con Hermione. Ella era suya, se los repetía constante y furiosamente, pero no podía evitar hacer muecas de desprecio cuando miraba a San Potter y a la comadreja entrar al comedor cargando entre ambos la pila de libros de Hermione. Nunca pensó que llegaría a hervir de celos como lo estaba haciendo en ese momento, pero se controlaba lo mejor que podía. Tampoco era conveniente exponer la situación a todo Hogwarts, con el riesgo latente de que su padre los descubriera.
Así que esa noche, cuando hicieron la ronda de vigilancia estaba mucho más callado de lo habitual y sus ojos acerados le mostraban a Hermione una mezcla de sentimientos que la dejó inquieta: vio celos, enojo, desesperación, frustración… Cuando finalmente pudieron escaparse a la Sala de los Menesteres, él se mostró muy frío con ella. No la abrazó ni buscó su boca cuando entraron.
¿Puedo saber qué te está pasando? le preguntó algo fastidiada, la verdad era que el embarazo también la tenía a ella con los nervios a flor de piel y bastante susceptible.
Él permaneció en silencio. Nunca había sido dado a expresar con palabras lo que sentía.
Sí quieres podemos regresar a nuestras casas le dijo impaciente y caminando hacia la salida añadió—, no voy a esperar a que el Rey de Slytherin se digne a concederme la palabra.
¿Es que no te das cuenta? le preguntó mirándola fijamente.
Mira Draco, yo me retiré de las clases de adivinación porque me pareció una materia muy imprecisa y especulativa. Tampoco soy experta en Legeremancia, aunque contigo creo que voy a tener que aprenderlo. Pero de momento, si no me dices qué te pasa, no tengo forma de enterarme.
Draco dio un hondo suspiro, se acercó a ella y la abrazó.
Me estoy volviendo loco de puro celos…
Habíamos acordado que permaneceríamos ocultos mientras siguiéramos en la escuela comenzó a decirle ella.
Sí, pero con San Potter y la comadreja tan cerca de ti, tan atentos y con todos los idiotas de Hogwarts que hablan de eso como si te estuvieras revolcando con los dos. ¡Mierda! Que quisiera llevarte de la mano por los pasillos, quisiera que todos supieran que eres mía le explicó arrastrando las palabras.
Esa había sido la explicación más larga que Hermione jamás había escuchado de labios de Draco. Lo vio intensa y largamente.
Draco, todo este año he estado junto a ti. Es cierto que es una relación oculta, pero estoy contigo. Estoy esperando un hijo tuyo, te amo, pero la guerra está por estallar…
Eso me lo sé de memoria, pero no manejo muy bien las habladurías.
Pues tendrás que aprender a hacerlo. Esto recién comienza y no sabemos cuánto puede durar la guerra esta vez. Además, ¿qué harás cuando se me note el embarazo? Me cambio el nombre, si la gente no sigue especulando y haciendo apuestas sobre si el bebé es de Harry o de Ron. ¿Crees que yo disfruto de andar en boca de media humanidad? le dijo con una expresión sombría.
Por toda respuesta, Draco dio un profundo suspiro. Sabía que ella tenía razón. Al notarse el embarazo y al desconocerse que Hermione tuviera una relación formal con alguien, todos los chismosos pensarían en las dos opciones más cercanas: Potter y Weasley.
Pero de momento, decidió que dejaría fuera los celos y disfrutaría al máximo de los últimos momentos juntos que les quedaban. Contaba los días como quien estaba destinado a ir al matadero y pensaba que se volvería loco de desesperación cuando ya no pudiera verla ni tocarla todos los días.
Así que la tomó suavemente del rostro con ambas manos y le dio un pequeño beso, solo fue un roce de labios, pero luego comenzó a besarla con todo el deseo contenido de los días que no se habían podido reunirse en esa habitación.
Entre besos y poco a poco se fueron despojando de sus túnicas y sus ropas. Usualmente eran bastantes ardientes en sus encuentros de alcoba, pero esa vez fue diferente. Quizás era por el sentimiento contenido ante la inminente separación, o porque el embarazo estaba imperceptiblemente cambiando las cosas en la intimidad, o simplemente porque deseaban amarse sin premuras ni carreras, pero esa noche se besaron y acariciaron lenta y largamente antes de consumar su unión.
Draco deslizó sus dedos suavemente por toda ella, como queriendo memorizar todas sus curvas, todos sus cerros y todos sus valles, pero no solo era memorizar su cuerpo sino la forma en que ella lo tocaba, lo besaba y lo hacía alcanzar el éxtasis. Nunca se había sentido tan unido a una persona como se sentía atado a Hermione. Y era una entrega voluntaria.

*****

Durante los últimos días, Draco y Hermione intentaron pasar el mayor tiempo posible juntos, lo que usualmente sucedía por las noches, luego de las rondas. Hubieran podido compartir un poco más, pero ante la sorpresa de todos, Draco se ganó una detención con Snape. Nadie sabía realmente lo que había pasado, pero el castigo lo obligaba a permanecer en su despacho la mayor parte del tiempo libre que tenía en las tardes.
Finalmente, llegó el fin de curso. Draco y Hermione no sabían si reír o llorar. Al acto de graduación llegaron sus respectivos padres, quienes fueron ubicados en el gran salón según las casas a las que pertenecían sus hijos.
Los padres de Hermione estaban maravillados por la magnificencia de Hogwarts, su amplitud y todas las muestras de magia que miraban, se sentaron junto a los Weasley, quienes estaban muy felices por la graduación de Ron y Harry. Lucius y Narcisa Malfoy entraron en el Gran Comedor con un espectacular aire de suficiencia, definitivamente eran los reyes: la familia Slytherin con más poder, ya que los demás padres se movían alrededor de ellos con idolatría. Junto a su hijo, se sentaron en el lugar más destacado de Slytherin.
Como era de esperarse, Hermione se graduó con altos honores siendo la mejor del curso. Draco tuvo que reprimir el orgullo que sintió al verla caminar hacia el Profesor Dumbledore, para recibir la más alta condecoración que entregaba el colegio a la alumna con las más altas calificaciones. Vio de reojo a su padre y la mueca de disgusto que surcaba su rostro ante esa situación.
Una patética sangre sucia tratada con altos honores murmuró y volviéndose a su hijo, le dijo quedamente, cuando el Señor Oscuro finalmente triunfe, los sangre sucia ya no tendrán cabida en nuestro mundo ni en Hogwarts. Estoy cansado de tratar con estos magos y brujas de segunda…
Draco permaneció en silencio, solo hizo un gesto de afirmación con la cabeza. Sí, definitivamente las cosas con su padre podían ponerse feas si llegaba a enterarse de que esa sangre sucia en particular iba a darle un nieto en los próximos meses. Él sabía que no podría ocultar a su hijo eternamente, pero cuando la bomba estallara y todo se descubriera, quería tener el viento ondeando a su favor.
Al terminar el acto, los padres de los graduados regresaron a Londres. Esa noche, los alumnos de séptimo tendrían un baile de fin de curso y al día siguiente dejarían Hogwarts para siempre.
Esa última noche, la mayoría de estudiantes de séptimo no querían volver temprano a sus casas y los profesores se hicieron un poco los desentendidos y les permitieron quedarse más tiempo del reglamentario afuera. A Hermione y Draco se les dificultó llegar hasta la Sala de los Menesteres, estaban en un pasillo oculto esperando que todo se despejara, cuando vieron aparecer la puerta, alguien que no pudieron ver entró y la puerta desapareció.
Creo que Harry y Ginny nos ganaron la sala le dijo Hermione.
¿Potter? Por acá no ha pasado nadie.
Debe estar usando la capa de invisibilidad…
¡Perfecto! Nuestra última noche juntos y ese hijo de… se las ingenia para arruinarla.
Draco… es uno de mis mejores amigos.
Eso no le quita lo insoportable e estúpido le respondió con el ceño fruncido, pero al ver la expresión de su rostro exclamó—. ¡Está bien! Trataré de guardarme esos comentarios, pero que conste que el hecho que no los diga no significa que me agraden tus amigos. Tampoco cambia el hecho de que tendremos que buscar otro lugar donde pasar la noche y te aseguro que ninguno será tan cómodo como la Sala de los Menesteres.
Hermione solo le sonrió.
Caminaron sin rumbo por el castillo buscando un aula que estuviera abierta y sin ninguna pareja adentro. En el camino, Hermione pudo observar a Ron y Luna muy acaramelados en una glorieta en el jardín. Hacían una linda pareja. A Ron le había costado admitir que estaba enamorado de Luna Lovegood y sus excentricidades, al principio lo indignaban los comentarios mordaces y las burlas que escuchaba sobre ella y de pronto, se encontró defendiéndola frente a todo aquel que osase ofenderla.
Ron admiraba el aire soñador y despistado que Luna emanaba, por eso siempre se sorprendía de lo sincero y acertado de sus comentarios, sobretodo porque él era siempre muy lento para darse cuenta de ciertas situaciones. Al principio, Luna pensaba que Ron era un muchacho bastante tosco y que hablaba sin pensar, pero poco a poco él fue derribando todas sus barreras. Luego, las habladurías con respecto al trío dorado la habían hecho dudar, hasta que Hermione decidió hablar con Luna y Ginny sobre su embarazo y les explicó por qué los chicos se comportaban tan sobre protectores con ella.
Finalmente, Draco y Hermione encontraron una sala vacía en la Torre Este. Convocaron un amplio y cómodo sofá, eso era menos sospechoso que una cama y se acostaron abrazados en él. Contrario a todo pronóstico, permanecieron largo rato en silencio, ella apoyando la cabeza en su pecho mientras él la rodeaba con sus brazos.
La próxima semana quiero ir a tu casa a hablar con tus papás… le dijo rompiendo el silencio.
¿Cómo?
Eso, que quiero que les expliquemos la situación a tus padres. ¿Creías que te dejaría sola?
No, pero honestamente no he pensado en cómo les voy a decir que estoy embarazada. Sé que es una actitud muy infantil, como si al no pensar en ello me evitaría el mal trago le explicó.
No te preocupes, que todo nos saldrá bien. Yo te enviaré una lechuza para avisarte cuando llegaré.
Entonces comenzaron a besarse apasionadamente. No sabía cuándo podrían estar juntos así de nuevo, por lo que se entregaron mutuamente sin importarles nada de lo que sucedía fuera de esa sala.
Al día siguiente, se subieron al expreso en vagones separados, caso uno con su grupo de amigos. Durante el camino de regreso, se dieron un fugaz pero intenso beso a la salida de los baños y se dirigieron una penetrante mirada al bajar en el andén 93/4, para dirigirse por caminos opuestos. La vida fuera de Hogwarts había comenzado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario