En las siguientes semanas, Hermione solicitó iniciar sus
estudios de sanadora en San Mungo. El ser la mejor alumna de su promoción le
significó un ingreso casi inmediato en el hospital. La idea era comenzar lo
antes posible, para que el embarazo y luego el parto no la retrasara en su
aprendizaje.
Todos los días esperaba la lechuza de Draco, pero ésta no
llegaba. Sabía que era una imprudencia escribirle, así que se armó de paciencia
a esperar que él se comunicara. Finalmente, casi dos semanas después de dejar
Hogwarts recibió el pergamino en el que le decía que se presentaría en su casa
en dos días.
En el día indicado, Hermione no pudo irle a buscar al
callejón Diagon, pero Draco se las ingenió para encontrar la dirección de su
casa. Dio un profundo suspiro antes de tocar la puerta, con cara de
circunstancias, no solo porque estaba por enfrentar a los padres de Hermione,
sino porque por primera vez en su vida había salido a un barrio muggle, se
había perdido y para su disgusto se había visto obligado a preguntar la maldita
dirección cuarenta mil veces a cuanto muggle se le puso enfrente.
Su expresión cambió en cuanto Hermione le abrió la puerta y
le dedicó una gran sonrisa. Se precipitó a abrazarla, aspiró el olor de su
cabello y la besó con urgencia. Todavía no había enloquecido, pero ¡Cómo la
había extrañado!
Cuando se desprendieron del abrazo, ella lo observó de pies
a cabeza vestido con unos jeans y una camisa negra de manga larga, que hacía un
gran contraste con su rubio cabello. Se le hacía raro verlo sin túnica y no
pudo evitar hacerle un comentario mordaz.
—Nunca pensé verte con un aspecto tan… muggle.
—Yo tampoco —le dijo simplemente y entró a la casa.
Los señores Granger estaban esperándolos en el salón. Ellos
estaban preocupados por Hermione, pues en los últimos días la habían visto
bastante agitada e inquieta. Sospechaban que tenía que ver con algún muchacho y
realmente se imaginaban lo peor. Saber que él llegaría a hablar con ellos, los
había tranquilizado un poco, pero solo un poco.
—¿Se los dijiste ya? —le preguntó él antes de entrar al salón.
—No del todo, pero mi madre sospecha algo. Creo que se lo confirmé
cuando le dije que vendrías, porque realmente no suelo recibir amigos del mundo
mágico acá.
—¿Ni Potter ni Weasley? —preguntó incrédulo.
—Ni siquiera ellos. Ron y Harry solo han venido un par de veces y
en visitas bastante breves.
Cuando entraron en el salón. Draco sintió los ojos de los
padres de Hermione taladrándole. No parecían muy contentos, pero qué padre lo
estaría. Y eso que son padres compresivos, pensó.
Se hicieron las presentaciones de rigor. La verdad es que
los padres de Hermione estaban bastante impresionados por el porte
aristocrático del chico. Se notaba a leguas que nunca había pasado limitaciones
y tenía ese aire de autosuficiencia y arrogancia propia de la gente de clase
alta. Bueno, había que concederle que en sus ojos se notaba un poco de temor de
enfrentar la situación y lo estaba haciendo. El solo hecho de llegar a hablar
con ellos era una buena señal.
La madre de Hermione les sirvió unas tazas de té y se
sentaron a escuchar lo que tenían que decirles. Hermione fue bastante directa y
sin mucho preámbulo les soltó la noticia de que estaba embarazada y que habían
decidido no casarse por el momento, por lo que les pedía quedarse en casa hasta
que las cosas se estabilizaran en el mundo mágico.
Mark y Jean Granger estaban sentados en los sillones y
frente a ellos estaban Hermione y Draco en el sofá, tomados de las manos. A
Mark Granger se le endurecieron las facciones en cuanto escuchó a su única hija
decir que estaba embarazada y su esposa tenía cara de sorpresa, mezclada con
desilusión y preocupación.
—Lamento decepcionarlos con esta situación, pero sabrán que no
podía tomar a mi hijo a la ligera y necesito de su ayuda… —siguió hablando Hermione.
—¿Cómo sé que realmente eres responsable? —la interrumpió su padre, pero la pregunta
iba dirigida a Draco.
—Sé que no es mucho, pero tiene mi palabra. También sé que el hecho
de no casarnos puede parecerle una irresponsabilidad, pero de momento el mundo
mágico está muy alterado y no es seguro hacerlo, sobre todo para Hermione —le respondió con un tono
seguro.
—Mira muchacho, si no ibas a dar la cara para hacerte responsable,
mejor ni hubieras venido —le espetó.
Hermione sintió la tensión y apretó las manos de Draco.
—Me estoy haciendo responsable —le dijo levantando un poco la voz. No
comprendía del todo porque ellos no asumían el peligro de la situación y
entonces, se dirigió a Hermione—: ¿Saben tus padres las situaciones peligrosas que
has pasado al lado de Harry Potter? ¿Saben que ha iniciado una guerra entre los
magos y que corres mucho peligro por ser una de sus mejores amigas? —la encaró.
—La verdad es que les he contado lo mínimo indispensable —le respondió poniéndose
roja. Los tres la vieron con la boca abierta.
—¿Arriesgado? ¿Has pasado peligros? —le preguntó su madre.
—Sí —les
contestó Draco—, peligros
de muerte y las cosas se están poniendo peor.
—¿Cuándo estuviste en peligro de muerte y no nos dijiste nada? —le pidió explicaciones
su padre.
—Cuando cursamos el quinto año por ejemplo… —comenzó a relatar Draco ignorando la
mirada asesina que ella le dirigió—… se descubrió que el Señor Tenebroso había regresado. Hermione
junto a Potter, dos de los Weasley y otros dos compañeros más, se enfrentó a
mortífagos, en las instalaciones del Ministerio de Magia. Resultó herida de esa
aventura.
Sus padres la miraban con incredulidad y entonces habló su
madre.
—Por eso pasaste varios días en le enfermería… nos dijiste que te
habías caído de una escoba, ¿Por qué?
—Porque no quería que me sacaran de Hogwarts, yo soy parte del
mundo mágico. Si hubiera quedado fuera no habría podido soportarlo y ustedes lo
saben bien. Uno de mis mejores amigos ha sido perseguido todos los años por
el-que-no-debe-ser-nombrado y yo le he ayudado en todas las situaciones que ha
enfrentado”, les explicó.
Draco continuó hablando.
—Nuestra situación es esta: en el mundo mágico, hay familias de
magos con linajes muy antiguos. La mía es una de ellas. Y algunas de estas
familias menosprecian a los magos que provienen de familias no mágicas o que se
han mezclado con personas ajenas… —se notaba que se avergonzaba de los términos que debía usar.
—Dilo por su nombre, dinos muggles, di sangre sucia y di mestizos,
Hermione nos ha hablado de cómo la despreciaban algunos de sus compañeros —le dijo Jane secamente.
Draco no pudo evitar sonrojarse un poco al sentirse aludido por sus palabras.
También ahora comprendía de donde heredaba Hermione lo directo de sus
comentarios.
—Bien, yo soy un sangre pura y mi familia siempre ha apoyado la
causa del Señor Tenebroso…
—¿Ese es el mago que trató de asesinar a Harry?
—Sí, papá.
—El hecho de que Hermione sea la mejor amiga de Potter, la hace un blanco
casi seguro de ataques de mortífagos. Mi padre es uno de ellos, es un fiel
seguidor del Señor Oscuro y hace casi un año, me obligó a entrar en sus filas y
si se dan cuenta que estoy comprometido con una… —dio un suspiró como si le costará hablar—, una sangre sucia y que
ella espera un hijo mío, pues nos estaría poniendo en grave peligro, que tal
vez no sea tanto para mí, como lo es para Hermione y el bebé. Es más, estaría
agravando el peligro en el que ella ya se encuentra.
—¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti, si eres uno de ellos? —le preguntó Mark, quien
se había puesto muy pálido conforme Draco había explicado su situación.
—El profesor Dumbledore lo hace —le respondió Draco escuetamente.
—¿Desde cuándo? —preguntó Hermione volviéndose hacia él rápidamente. Eso era algo
que ella desconocía.
—Desde la vez que me enteré que estabas embarazada y nos quedamos
dormidos en la enfermería. Madame Pomfrey nos vio y lo mandó llamar. Después,
nos reunimos en su oficina y me prometió que él y la Orden nos ayudarían.
—¿Por qué no me habías dicho?
—Porque no quería angustiarte.
—Si te ofreció su ayuda, ¿Por qué debía angustiarme? —lo cuestionó, pero al
ver su intensa mirada, Hermione comprendió inmediatamente su muda respuesta. De
repente, todos los colores de su rostro la abandonaron, sintió la angustia en
su estómago como un pesado ladrillo y comenzaron a temblarle las manos. Sus padres
no entendían su reacción.
—¡Mierda!, Draco, esto no puede ser… —dijo cuando finalmente pudo hablar—, eres… ¡eres un
infiltrado! ¡Eres un espía entre los mortífagos! ¿Cómo has aceptado ponerte en
ese riesgo? Dijiste…, me prometiste que te alejarías de situaciones peligrosas.
—Por eso no quería decirte nada. ¿Crees que fue fácil decir que sí?
Tenía que tomar una decisión, y opté por ti y el bebé, si Dumbledore puede
protegernos ¿Por qué no tomar la ayuda que me ofrecía en ese momento? Es solo
de pasarle información a través de Snape y él se las ha arreglado para ser mi
enlace directo en lado oscuro. De todas maneras tengo acceso a las reuniones más
selectivas de los mortífagos…
—¿Y si te descubren? No quiero siquiera imaginar lo que son capaces
de hacerte. Tu padre no podrá protegerte de esos asesinos si esto sale a la
luz, es más, no sé si incluso él trataría de matarte.
—No me descubrirán. Estoy aprendiendo con Snape y él tiene casi 20
años de ser un espía dentro del lado oscuro…
—¡Pero yo no quiero que lo hagas! —le gritó soltándole las manos.
Draco hundió su rostro entre sus manos en un gesto
desesperado. Los padres de Hermione los miraban atentos. En verdad que nunca
pensaron que la situación fuera tan peligrosa, pero al verlos discutir así y
sobre todo ver la cara de angustia de su hija, comprendieron que realmente se
enfrentaban a algo delicado. ¡Eran casi unos niños y ya se enfrentaban a
problemas de vida o muerte!
—No es cuestión de lo que queremos sino de lo que debemos hacer,
Hermione. Creí que eso estaba claro.
—¡Estaba claro! Pero te estás jugando el pellejo a cambio de la
protección de Dumbledore. ¡Tiene que haber otra solución!
—De momento no la hay. ¿Crees que no consideramos con Dumbledore
todas las alternativas?
Mark carraspeó, atrayendo la atención de los jóvenes.
—El hecho es que ella se queda en casa, saliendo solo para sus
clases en San Mungo en lo que nace el bebé. ¿Me equivoco?
—No, señor.
—¿Qué pasa si nos atacan? Nosotros no tendríamos forma de
defendernos y Hermione, por muchas situaciones que hayas vivido al lado de
Harry, estando embarazada no estarás en condiciones de repeler un ataque.
—Sé que vendrán a la casa a colocarle protecciones para evitar que
magos no autorizados se aparezcan, pero Dumbledore les dará más detalles —le respondió Draco.
—Otra cosa, Harry y Ron saben de mi embarazo, pero no saben que Draco
es el padre…
—¿Guardas secretos a tus mejores amigos? —le preguntó su madre.
—Es que no me quedó más remedio ¿te acuerdas del sistema de casas
que existe en Hogwarts?
—¡No puede ser! —exclamó Jane recordando su pequeña visita a Hogwarts para la
graduación de Hermione y dirigiéndose a Draco le preguntó—, ¿Eres un Slytherin?
—Sí, señora, fui la máxima expresión de lo que un Slytherin puede
llegar a ser —le
respondió y con una pequeña sonrisa agregó—, hasta que Hermione se encargó de mandar
al demonio todas mis creencias. La cuestión es que Potter, Weasley y yo nunca
hemos simpatizado. Al contrario, nos hicimos la vida imposible mientras
estuvimos en el colegio.
—Todavía no queremos que ellos lo sepan, al menos no por ahora —les dijo Hermione.
Mark Granger había permanecido en silencio un buen rato, pero
cuando abrió la boca resumió su sentimiento y el de su esposa.
—Te apoyaremos. No te confundas, porque no estamos contentos con
esta situación, pero tampoco te dejaremos sola —y viendo a Draco agregó—: Bueno, no los
dejaremos solos.
Por toda respuesta, Hermione
corrió a refugiarse en los brazos de su padre. Desde que tenía memoria, en esos
brazos siempre se había sentido segura y protegida. Un sentimiento que solo
había podido volver a sentir en los brazos de Draco. Estaba segura de que podía
confiar en sus padres ciegamente.